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La caída de un gigante


 ESPECIALES
Por Ramiro Cupido 

 Es duro meter el dedo en la llaga, pero ya ha pasado un tiempo considerable del descenso por cuarta vez en su historia de Rosario Central. Uno de los dos clubes grandes, junto a Newell’s, que sin duda no merece estar en la B, esencialmente por su historia, aunque sí porque desde hace tiempo las cosas se hacen mal, desde que llegó Usandizaga al poder, e incluso antes también, con Scarabino como presidente.



Analizar la situación ahora “con el diario del lunes” es muy fácil, pero es necesario examinar por qué se llegó a este punto límite, ese punto a donde ningún club de primera división quiere llegar: el descenso. Todas las miradas de este desenlace apuntan a la gestión Usandizaga, que sin duda aporto lo suyo para que el club terminase así, pero con Scarabino las cosas también se hicieron mal: mala administración, venta (y poco ingreso al club) de jugadores importantes, y demás cuestiones. El “Vasco”, ex intendente de la ciudad, llegó con la promesa de hacer de Central un club modelo, y en cierto punto lo logró. Desde la mirada institucional, hizo del “canalla” un club saneado, un club creíble, un club “a la europea”: con countrys exclusivos para socios, hoteles de primer nivel, y el avance irrefrenable del pueblo canalla como institución y además hizo del “Gigante de Arroyito” un estadio de gran nivel, ya que lo remodeló en gran parte de sus aspectos.


Con todos los esfuerzos que se hicieron por parte del “autoritario” (hasta él mismo se autodefinió como tal) Usandizaga, se descuidó el plano futbolístico que sin dudas es el motor de la historia que hizo de Central un club protagonista a nivel nacional. Horacio asumió a la presidencia en el 2007, y con él desfilaron numerosos técnicos que no dieron pié con bola, vale recordar: Leonardo Carol Madelón (salvo al club de la promoción, y Usandizaga decidió no renovarle el contrato ya que según él “no daba la talla” para el proyecto de club que quería); Pablo “Vitamina” Sánchez (llegó como un técnico joven y simpático que llevaría a Central a los primeros planos; se fue por la puerta de atrás); Gustavo Alfaro (el “vasco” lo quemó en su presentación: “Alfaro es el técnico del Rosario Central campeón”: el final lo sabemos todos); luego llegó el momento de Carlos Reinaldo Merlo (fue el mejor de todos en números, pero sin embargo su estilo de juego no conformó a algunos jugadores, y se fue); más tarde asumió Miguel Ángel Russo (salvó al equipo del descenso tras ganar la promoción frente a Belgrano de Córdoba); tras no llegar a un acuerdo económico con Miguel Russo, se decidió la sucesión de Ariel Cuffaro Russo, quien había sido técnico años atrás en la era Scarabino, y conocía el plantel: se trajeron pocos refuerzos, se fueron muchos, y el plantel quedó conformado generalmente con chicos del club, con un promedio de edad de 22 años. Los resultados iniciales fueron satisfactorios, esos 31 puntos otorgaron un aire importante al promedio, pero cuando se dieron cuenta, Central estaba en descenso directo. Esto fue producto de las ventas de Jesús Méndez y Gonzalo Castillejos, sendas piezas claves en la estructura del equipo, y el nulo esfuerzo de traer jugadores, con cierta culpa de Usandizaga y especialmente de Cuffaro, con su famoso “con lo que hay me conformo”. Tras toda esta manada de nombres, números, desaciertos y “mala praxis”, está Manuel Usandizaga, figura y punto clave de los insultos y reproches de los socios e hinchas canallas hacia el ex presidente. Manuel, justamente hijo de Horacio, no estuvo en la lista para ganar las elecciones, pero fue ubicado por su padre como el “encargado de fútbol”, ya que supuestamente era de confianza. Así le fue.

Otro punto fundamental en la mala imagen del ex presidente auriazul se gestó con su verborragia: siempre fue así, pero esta vez daba la sensación de que no tenía límites. Desde su “Central va a salir o los voy a matar a todos estos hijos de re mil p…”, pasando por “Mi familia es de Newell’s Old Boys”, hasta el “Si nos salvamos, le beso el trasero a Merlo”, También sumó su conferencia en el aniversario 120º del club, en el 2009, cuando dijo “los festejos máximos lo dejamos para el año que viene, porque vamos a salir campeones”. Poco de eso sucedió, y paradójicamente, pasó lo contrario: Central está en la B, y será duro sanear este mal trago.

Hoy día, salió a relucir el amor y el esfuerzo del pueblo auriazul por los colores, muchas listas quieren sanear el club y llevarlo al lugar de donde nunca debió salir, y volver a rodearse y codearse con los grandes del fútbol nacional. Además, con este descenso no sólo se perdió una plaza de la ciudad en primera, sino se perdió el origen de una gran historia, y fundamentalmente se perdió la pasión de un clásico, seguramente el mejor del mundo, el menos comercial, pero que divide a una ciudad entera en dos.






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